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[Crónica] Amor, pasión y castigo

Cada fecha hace que todo vibre, los cantos de ánimo, los vítores y el resonar de las bubuselas, llenan el ambiente, también hay llanto dolor y agonía, pero nada supera la dicha de una fiesta inundada de felicidad debido a la victoria, aunque ella a veces traiga consigo el dolor del castigo, como sucedió la ultima fecha.


Era un domingo de febrero, corría el quinto día del segundo mes del año 2012, año de catástrofes, según decían los expertos en predicciones, y ¡vaya! que tienen razón, pues los desastres no dejan de acosarnos. Dicen las malas lenguas que cuando mucho ríes es porque pronto vas a llorar, y eso es lo que hago ahora, llorar por la nostalgia.


La tensión comenzó, mis gradas, se tornaron vino tinto y oro, el amor de los seguidores del equipo llenó el aire con la pasión de sus cantos, salpicado con un poco de rojo y blanco: los hinchas del Santa Fe, que acudieron a acompañar a su equipo. Se sentía la alegría y el ánimo de ambas partes. La jornada comenzó y la grandeza de los jugadores no tardó en hacerse sentir.


El terreno de juego vibraba bajo el paso firme y seguro de los equipos, y pronto los arcos se deleitaron y sufrieron junto a la hinchada y los equipos al ver el balón entrar sin permiso en sus dominios, a ambos lados de la cancha.


La tensión apremiaba y los insultos le arrebataron el lugar a los cantos de ánimo de ambos lados de la hinchada. Los “rojo y blanco” del Santa Fe decidieron ir más lejos e intentaron robar parte de los “trapos”, que traían los hinchas del equipo “pijao”, y el enfrentamiento violento se convierte en algo próximo, es entonces cuando llega el medio tiempo, calma, tranquilidad…


…nuevamente el vino tinto y oro corre por la cancha, pero en lugar de jugadores, el campo se llena de la “hinchada pijao”, las mallas son saltadas y los “barristas” arremeten contra los visitantes, dispuestos a llegar hasta el final, saldar cuentas y hacer que su orgullo se levante y no se someta a la infamia del insulto de parte de los últimos…


…La intervención de la policía hizo retroceder de nuevo a la tribuna a los invasores y desató el enfrentamiento, los hinchas regresan a las gradas, pero la ira y la tensión se hacen evidentes en los cantos.


Se reanuda el juego y la victoria es inminente, los jugadores del equipo tolimense, en su intento por calmar los ánimos, dejan todo en la cancha y consiguen anotar un segundo gol, para llenar y serenar el corazón de sus seguidores, pero fallan en el intento; el dolor por el ultraje del que fueron víctimas, puede más.


Tras la celebración de la victoria del equipo, los hinchas reanudaron el enfrentamiento, y el equipo perdió, pues treinta de sus fieles fueron detenidos, veinticinco sólo eran niños, la “poli” también tiene sus dificultades, con diez de los suyos heridos por las piedras que lanzan los miembros de la “hinchada”, y ésta es castigada.


Hoy, las gradas se encuentran desoladas, el equipo no tiene quien cante pues sus seguidores ya no pueden acompañarlos, Ya no los dejan entrar en ningún estadio del país. Treinta días de soledad, y para agravar la situación, según la Dimayor, al estadio le esperan dos sanciones, una de ellas económica. Además, la Alcaldía local de Ibagué quiere aumentar el castigo, pues estudia medidas entre las que estarían impedir la entrada de menores de 18 años a la parte lateral sur, y de banderas.


Quitándome así el placer de tenerlos en mis confines, todo por los alcances que tuvo la pasión y el orgullo de defender lo que nos pertenece y que nadie nos puede arrebatar: el amor por el fútbol y el equipo.











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