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[Historias de ciudad]El lotero, uno de los oficios que se niega desaparecer

Los vendedores de lotería en Ibagué, son parte del paisaje urbano día a día. Puede vérseles en los parques, plazas y calles, ofertando el posible número ganador que le cambiará a alguien la vida. En Colombia, el juego de la lotería es el más antiguo pues su aparición se remonta al siglo XIX. Con los avances tecnológicos, los cambios en el estilo de vida y las nuevas formas de apostar, ser lotero es un oficio tradicional que, aunque hoy es menos frecuente, se resiste a desaparecer. Esta es una mirada a los vendedores de la Lotería del Tolima en Ibagué.


En su mayoría, son adultos mayores los que regalan suerte en la capital musical. Unos llevan 10 años, otros más de 40, pero todos han criado a sus hijos y sacado adelante a sus familias gracias a sus ventas. En caminatas de más de diez horas, los loteros han recorrido la ciudad en todas sus direcciones, e incluso varios municipios del departamento. No es un secreto, que los avances tecnológicos de las últimas décadas han hecho que la lotería migre a mercados de tipo electrónico. Es el caso de la Lotería del Tolima, que hoy cuenta con más de 11.000 puntos vía Baloto. El auge de Internet, también ha hecho que se venda lotería desde páginas web y aplicaciones para móviles. Esto, cambia tajantemente la dinámica de la venta pues los clientes ya no necesitan salir de sus casas, para apostarle al número millonario.


Ser lotero no es una ocupación como otras. Cada uno de ellos representa una memoria caminante, y son testimonio vivo del paso del tiempo. La época dorada de la lotería fue entre los 60’ y 80’, en la que un lotero podía llegar a vender cerca de 60 billetes o más por sorteo; hoy, el número se ha reducido a cinco en un día. “A veces compran y otras no compran…otras apenas preguntan por los resultados”, afirma Bernabé López, un lotero de 87 años, y el que lleva más tiempo en la Lotería del Tolima.


Aquel “llévelo que ese cae por que cae” o “le tengo el ganador”, demuestra la habilidad de todo buen lotero para no perder un cliente. La ilusión de progreso y mejorar las condiciones de vida, suele ser todavía uno de los motivos por los que se compra un billete o una fracción. Para Jaime Valderrama, distribuidor de lotería, las ventas han bajado no sólo por la facilidad de Internet o por la inevitable falsificación de los billetes que genera desconfianza, sino por que las nuevas generaciones “están creciendo con todo a la mano…ya no tienen que buscar el pan ni les toca trabajar”. Jaime se refiere a la infaltable vocación de trabajo que era inculcada por los padres en otras épocas, y que hoy, es ausente en la mayoría de familias del nuevo siglo.


Son 300 los vendedores de la Lotería del Tolima (de los 1.000 presentes en todo el país), quienes se encargan de convencer a los clientes de adquirir las cifras del premio gordo, sea buscándolos en sus barrios o en sus oficinas, pues los compradores son de todos los niveles sociales. Algunos loteros andan en muletas, sillas de ruedas o son pensionados que desean ocupar su tiempo productivamente. Pese a los nuevos desafíos comerciales que plantea la modernidad, el lotero continúa considerándose una figura que es deber preservar y dignificar. Esto lo prueba, por ejemplo, la apertura del comedor comunitario que la gerencia de la Lotería del Tolima realizó el mes pasado, y que beneficia a 110 loteros de la ciudad. Igualmente, su afiliación al sisben tres como una forma de subsanar la ausencia de seguridad social y prestaciones, para los hombres y mujeres que se levantan todos los días a tratar de vender ilusión de progreso.


Cada lotero se gana en promedio el 20% sobre un billete (que cuesta $2.000), o sobre una fracción, cuyo valor es de $8.000. Para María Esperanza Lizcano, Presidenta de la Asociación de Loteros del Tolima y también vendedora, “todos los tiempos son buenos, lo que hay que saber es atender al cliente, llevarle la idea y tener buen genio”. Son de 20 a 30 mujeres las hacen parte del gremio lotero de la Lotería del Tolima, lo que demuestra que no existe distinción de género en este tipo de ocupaciones.


Con la modernidad, muchos oficios amenazan con desaparecer. Se ha dicho incluso que la prensa, a raíz de su publicación electrónica, es un medio en desuso, y que en unos 20 o 30 años quebrarían las empresas que la producen en su formato físico. Hoy, la lotería puede estar siendo desplazada por otro tipo de juegos. Esto, producto no sólo del fácil acceso a plataformas digitales y las nuevas formas de apostar, sino a raíz de los cambios culturales que se generan. Si los padres y abuelos de las nuevas generaciones eran quienes compraban la lotería sin falta, cabe preguntarse si esta tradición tendrá o no herederos. Esta, más que una nota de nostalgia, es una forma de reconocer la labor del recurso humano más valioso de las loterías: sus vendedores, y de remarcar que su presencia se resiste a ser una simple historia.

*Un agradecimiento especial a Nidia Victoria Castillo, Gerente de la Lotería del Tolima, y a los loteros que nos permitieron conocer sus rutinas e historias de vida.


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